Esta tanda se me ha pasado rápida, pero hice km a saco.
Todo empezó el domingo 6 cuando vine a recoger el coche. En la excursión de setiembre, el cali se quedó en la península y yo me volví en avión, con la idea de regresar cuanto antes a por él.
Así pues, este tour está hecho en dos etapas, una en setiembre y otra en noviembre. La segunda etapa empezó en Soria y acabó en Erding. Por el camino, amén de un montón de sitios y cosas interesantes, tuve la oportunidad de encontrarme con muchos de vosotros. Rememorando...
Madrid, 6 de noviembre. La más multitudinaria, con calibrer@s de pro de Madrid y parte del extranjero
Fue todo un reencuentro con gente muy entrañable (Amaya, Cabrita, MarteDJ, Odeen, Ricarduelis, TurboPacket) y consortes. Mención especial a Ricarduelis, que se vino desde Burgos. Un domingo realmente cálido. Es de admirar el maqueo del cali de MarteDJ, que me estaba esperando en Barajas y me llevó hasta Workshop Orcasitas. Y por primera vez me subí a un turbo, el de TurboPacket. Qué empuje más brutal tiene el soplillo de la familia calibrera. Llegué a pensar que esas malas bestias me harían olvidar las virtudes de un V6, pero al final no fué así...
Burgos, 8 y 9 de noviembre. Esto fue una improvisación, pero una vez más, los calibreros burgaleses no faltaron a la convocatoria. Hubo un café la primera noche y una comida apresurada al día siguiente. Como Carlos tenía que currar, no se pudo quedar. La sobremesa, con vista panorámica de Burgos incluida, fue con Ricarduelis, que tiene un gran espíritu calibrero y pronto un V6 recién planchado de un rojo más fuerte que nunca.
Un detalle de lo que son estas cosas fue que al poco de salir de Burgos recibí una llamada de Ricarduelis alertándome del mal tiempo y la posibilidad de nieve en la ruta que había previsto. Con gente así, uno no tiene nunca la impresión de viajar en solitario.
El fin de semana fué para Galicia. No estuve muchas veces en estas tierras, la última vez hace cinco años por el puente de la Consti. El mal tiempo fue una constante con lluvia casi continua. Pero esto no frena a un Calibra bien calzado ni a unos calibreros con ganas de liarla.
La parte asturiana y el primer tramo gallego hasta Villalba fue el menos divertido. Mucho tráfico, oscuridad y lluvia. Al enganchar la autopista, no hubo cristiano capaz de seguirnos el ritmo.
Al encuentro calibrero acudieron Alan78, tantarantantan (si no se me atragantaron los dedos al escribirlo)
y sus encantadoras chicas. Por mi parte yo fui con un amigo que reside por esos pagos y quien salió convencido aquella noche de que su próximo coche será un Calibra. En el siempre húmedo Santiago atacamos un poco a la gastronomía popular y luego nos fuimos suavemente de copas. La cosa acabó con sesión de fotos en el parking de Plaza de Galicia y el cancerbero un poco sorprendido. La verdad es que fué divertido. Un placer haberos conocido, muchachos. Espero que pronto nos podamos encontrar de nuevo.
Y este fué el cénit del tour. Todo lo demás fue, de alguna manera, iniciar el regreso. El lunes, con esa lluvia perenne tan propia del noroeste, o como gustan de publicitarse ahora,
Green Spain, retrocedemos hasta Oviedo.
No se qué pasa con los calibreros asturianos, dónde se meterán o a qué se dedican. Porque haberlos, haylos. Hubo un tramo entre Viella y Colloto que fui a la par con un V6 negro bastante guapo. Ya en Oviedo, en ciudad Naranco también encontré aparcado unos días un calibra rojo. Y más que me encontré por el camino.
Pero la hora de la verdad llegó el miércoles. Es cuando hay que empaquetar todos los bártulos, decir adiós a la tierrina y sentarse en la butaca poniendo proa al gélido nordeste para completar la vuelta. Aún veremos algunos amigos por el camino.
Desafiando las estimaciones del navegador y tras salir tarde de Oviedo, lo siguiente fue negociar un encuentro con Tropic en Vitoria para comer. La nena bate siempre los tiempos del TomTom mejorándolos entre un 25% y un 33% Lo que gocé la autopista (por llamarlo de alguna forma) del Cantábrico y las vías rápidas vascas, sólo lo sé yo.
Fue uno de los segmentos más divertidos de todo el tour.
Programado el navegador con las indicaciones de Tropic, fuí a dar justo a la puerta de su curro. De ahí nos fuimos a Vitoria
intown para comer. El sitio no estaba mal, pero es un delito servir vino tinto frío de nevera. Nos echamos un café y ya sonó el teléfono. Era 205Rallye, que llamaba para negociar la hora de encuentro en ZAZ. No sé qué tiene este hombre, que es imposible sostener una conversación seria con él.
Como el consumo global había subido una décima debido a la alegría astur-vasca, decidí que el tramo maño hasta Zaragoza sería algo más tranquilo y abrevé caldo con tres puntos menos de octanaje. Algo antes de los Monegros permití que un Golf GTi creyera que me estaba ajusticiando, y a la hora convenida aparecimos en la legendaria calle Amsterdam. Lo primero que llamaba la atención era el montón de gente reunida en torno a un Scooter. Enseguida se separó del grupo 205Rallye, quien me dió la bienvenida. Lo dejé ocupándose de todo el tumulto reunido en torno a su Scooter, y entré al bar con la intención de echar un café.
Allí dentro estaban Angelito, Cribeat y Taurus. Pronto se sumó Einar. Tras liquidar las consumiciones, un vuelo calibrero en formación... ejem, desigual
nos llevó a los dominios de Angelito. Einar jugaba con ventaja gracias al xenon, pero aun así se pasó de largo. Risas y aplausos cuando por fin apareció.
Dar las gracias desde aquí a Angelito por las gestiones realizadas para procurarme alojamiento aquella noche. Mucho más de lo que esperaba. A continuación tomamos dos coches con la sana idea de ir a comer algo y tomar una copa... mientras el cuerpo aguante!
Angelito aguantó estoicamente hasta altas horas, era el que más madrugaba Quedamos cuatro: Angelito, Einar, Rallye y el que suscribe. Debe de ser cosa maña lo de trasnochar si de KDD se trata. Einar y Rallye lo demostraron en la de Logroño, metiéndose una tacada de km también.
La conversación de la cena y la sobremesa la monopolizó casi exclusivamente Angelito. Siempre es un placer escuchar a quien tiene cosas interesantes que contar y ofrece puntos de vista privilegiados. Así es Angelito, con mucho mundo, mucha calle y una prudencia exquisita. Después de la cena hubo copas y billar. Lo bueno de salir entre semana es que no hay casi nadie, y eso a veces está bien. Aun así nos retiramos a una hora medio prudente.
Esa fué la primera escala de una vuelta más tranquila de lo que eseperaba. Me detuve brevemente en Barcelona para comer. El sol que bañaba la ciudad y los reflejos en un Mediterráneo aún templado son algo que iba a echar de menos pronto, y lo sabía. A partir de ahí, el tiempo no hizo sino empeorar.
Viajar en uno de los modelos más aerodinámicos del mercado es un lujo especialmente cuando tienes que pelear contra fuertes vientos laterales. Y en esa situación están en Francia. El cali realmente se meneaba cosa mala en su carril. Otros vehículos tuvieron peor suerte. Los camiones se zarandeaban y perdían carga. Otros coches iban de carril a carril y alguno terminó hostiado en la cuneta. Esta circunstancia me impidió viajar más deprisa, y tuve que concluir la jornada antes de lo que me hubiera gustado, dejando el último segmento más largo de lo que esperaba.
Viento, obras y peajes. Ese es el trinomio al que te expones si decides viajar por las Autoroutes. La alternativa de las carreteras nacionales son mucho peores: Tráfico muy denso, fuertemente radarizadas, al final se tarda más. Tras dejar atrás el paisaje mediterráneo de la costa este francesa, tomamos el valle del Rhône, rumbo a Alsacia. Por el camino toca circumbalar Lyon, que si bien supone un reto de por sí (mejor ignorar el navegador caso de llevarlo), hacerlo con el tanque de combustible casi exhausto raya la osadía. El último repostaje fue en Barcelona el día anterior.
Me hubiera gustado tener algo de tiempo para parar en Mulhouse y ver el excelente museo del Automóvil de allí, o al menos comprar algo de vino, pero no fue posible. Caía la luz y no había tiempo.
Tras dejar atrás Mulhouse, hay que cruzar a la otra orilla del Rhône por el Gran Canal de Alsacia. En la orilla este, el Rhône se llama Rhin, desaparecen los peajes y la absurda limitación de 130 km/h. Señal inequívoca de que estamos en Alemania. Entramos por el Land de Baden-Württemberg. El densísimo tráfico paneuropeo nos mantiene a raya en velocidades demasiado reducidas. Lentejas. Como le ocurre a la 92, la 5 sólo tiene dos carriles pese a soportar uno de los tráficos más densos de Europa por vertebrar la cuenca del Rhin. En Pforzheim se bifurca, siguiendo la 5 en dirección a Frankfurt y la 8 arranca hacia Stuttgart/München.
Lo malo es que es viernes y los alrededores de Stuttgart están imposibles. La retención es total, debiendo parar en ocasiones. Hace frío, más que en Francia y mucho más que en España. Vamos subiendo en dirección a Ulm, es ya de noche y hay muchos accidentes a los lados. El suelo está muy mojado, y las huellas del coche precedente no parecen borrarse, tampoco las de coches anteriores. Es nieve medio derretida, pero compacta. Una caricia al freno pone en acción el ABS. Pierdo rueda en tercera. Y yo con neumáticos de verano.
Al menos la nieve da una posibilidad. Es puta como ella sola, y sin las uñas de las gomas de invierno las posibilidades de agarrarse son peores, pero al menos no está todo perdido. Con mucho tiento y evitando brusquedades vamos saliendo del apuro. Las retenciones por fin se acaban. al bajar, la nieve desaparece, aunque no está el horno para bollos: 1 grado positivo.
Después de Ulm, la cosa mejoró un poco. La 8 es peinada constantemente por los Unimog del Winterdienst, con lo que en vez de una placa de nieve o hielo, ruedas sobre un enorme charco salado. Después de cientos de km a ritmo de tortuga, me apetece estirar las ruedas y darle un poco de cañita brava. Un Jaguar me acompaña.
Ya falta poco, aunque las ganas de llegar pesan. Toca circunvalar Munich por el norte con la intención de coger la 92 hasta el aeropuerto. Aunque no llueve, el batir del limpiaparabrisas es constante. Los escobillas mantienen a raya ese agua salada que te proyecta el coche precedente. Por fin arribamos a Erding. Lo primero es abrevar. El depósito va mediado, pero hace miles de km que la nena no prueba un caldero de Ultimate 100, y después de lo bien que se ha portado no es plan de que siga bebiendo caldo del 95 ni del 98 para circular por aquí. Eso además me permitirá completar con precisión unas estadísticas que quería hacer.
Después sólo queda llegar a casa, meter el cali en el garaje y a empiltrar... El fin de semana es laborable para mí.
